Dorado del cielo
luz de mi corazón,
arraigas ya en plata
las ancas de mi caparazón.
Pasan noches y días
posan verdes bosques
por ríos en averías
y el marrón crece
no por el propio eje
sino por dónde la tierra crece.
Y miré al mar
desechando ojos en las nubes
azul decían ellos
pero formas se mostraban
meras esferas del quehacer
rozaban mis lógicas
para crearme tal vez deber
Llegó el atardecer
naranja en sus inicios
rosado ante el anochecer
que pronto alumbraba
el ocioso deber.
Dónde están esas emociones,
cobrizas al mero hacer,
tutticolori en el marco
sombras de entorpecer.
Seré yo y mi apatía
directas al mecer
una stracciatella
de telarañas ensombrecer.
Caían ya los últimos,
peones sirvientes al rey
mas mis alfiles
al filo de caballos caer,
y sentose la reina
en su trono aguardecer
en sus torres ya confinaba
más confianza que en su rey.