La realidad es que las ideas y el mundo que conlleva pensar puede que, por intangible que sea, sea más real de lo que nos acontece pensar pues aunque sean imágenes mentales metafóricas de acciones que simbolizan algo en nuestra mente y en la de los que entienden esa idea concreta, son representaciones arquetípicas de cosas que ocurren en la súbita realidad de la vida. Toda idea de la mente proviene de un estímulo externo que nos lo ha transmitido, una imagen que nos trajo en la mente una idea que no se puede palpar, tocar, ni sentir realmente pero si conseguible con la imaginación, con nuestro mundo de las ideas. La imaginación es una realidad que, según creo, se quiere hacer encuadrar, manipular para que no se salga de ciertas pautas que denotan lo que comúnmente se llama el límite de lo mórbido, de lo normal. Cuando alguien se sale de ciertos márgenes de hipotética normalidad, es marginado y abstenido por los demás porque sus ideas divergentes se salen de lo socialmente aceptado, de la normalidad, y por ello conlleva que el receptor de los mensajes de ideas tenga que reincidir en el pensamiento para así tener que pensar más de una manera aparentemente extraña para él, divergente de lo común, de lo normal, porque las pequeñas ideas que engloban el mensaje no son comunes si no que para asentarse, entenderse, comprenderse, se tiene uno que esforzar. A mi parecer la gente que transmite ideas sin aparente sentimiento enfático de nervio por ellas, de vibración más rojiza, denota más frialdad y conlleva que el que no quiere pensar fuera de los márgenes margine al emisor por no querer entender por el motivo de que se sale de los cánones de normalidad, pues una persona que hable, por mucho furor y por mucho volumen que exprese sus ideas, éstas no serán mejores que alguien que hable más flojo pero más densamente. A veces, considero, que la gente que intenta imponer ideas a los demás mediante el culto al sentimentalismo simbólico de la sangre caliente, del rojo, no es más que intentar hacer disponer de ideas por argumentos que no son más que emociones que genera la idea y no argumentos de consecuencias y cálculos. A mi parecer todo debería ser calculado de manera de que uno no se pueda arrepentir de sus actos porque los ha hecho perfectos según un pasado aunque en el pasado improvisara. Simplemente creo que los hipotéticos errores no son errores si no causas para un cambio a mejor, a fijarnos en cosas que realmente valgan la pena aprender, adquirir para un función de interés sano, que produzca de cierta manera cambios positivos en nuestras vidas.
El mundo de las ideas, la realidad metafórica de pensamiento en la mente, está estrechamente ligada a los arquetipos, los patrones de acción que denotan una cualidad. Realmente poco se sabe de ellos, todos aprendemos aquellas ideas que nos cautivan, las absorbemos y las hacemos nuestras mediante su conjugación con la intuición, con nuestro ser que lo piensa sin tan rápidamente que no nos sale la voz de la consciencia haciéndonos de guía.
La realidad es que las ideas y el mundo que conlleva pensar puede que, por intangible que sea, sea más real de lo que nos acontece pensar pues aunque sean imágenes mentales metafóricas de acciones que simbolizan algo en nuestra mente y en la de los que entienden esa idea concreta, son representaciones arquetípicas de cosas que ocurren en la súbita realidad de la vida. Toda idea de la mente proviene de un estímulo externo que nos lo ha transmitido, una imagen que nos trajo en la mente una idea que no se puede palpar, tocar, ni sentir realmente pero si conseguible con la imaginación, con nuestro mundo de las ideas. La imaginación es una realidad que, según creo, se quiere hacer encuadrar, manipular para que no se salga de ciertas pautas que denotan lo que comúnmente se llama el límite de lo mórbido, de lo normal. Cuando alguien se sale de ciertos márgenes de hipotética normalidad, es marginado y abstenido por los demás porque sus ideas divergentes se salen de lo socialmente aceptado, de la normalidad, y por ello conlleva que el receptor de los mensajes de ideas tenga que reincidir en el pensamiento para así tener que pensar más de una manera aparentemente extraña para él, divergente de lo común, de lo normal, porque las pequeñas ideas que engloban el mensaje no son comunes si no que para asentarse, entenderse, comprenderse, se tiene uno que esforzar. A mi parecer la gente que transmite ideas sin aparente sentimiento enfático de nervio por ellas, de vibración más rojiza, denota más frialdad y conlleva que el que no quiere pensar fuera de los márgenes margine al emisor por no querer entender por el motivo de que se sale de los cánones de normalidad, pues una persona que hable, por mucho furor y por mucho volumen que exprese sus ideas, éstas no serán mejores que alguien que hable más flojo pero más densamente. A veces, considero, que la gente que intenta imponer ideas a los demás mediante el culto al sentimentalismo simbólico de la sangre caliente, del rojo, no es más que intentar hacer disponer de ideas por argumentos que no son más que emociones que genera la idea y no argumentos de consecuencias y cálculos. A mi parecer todo debería ser calculado de manera de que uno no se pueda arrepentir de sus actos porque los ha hecho perfectos según un pasado aunque en el pasado improvisara. Simplemente creo que los hipotéticos errores no son errores si no causas para un cambio a mejor, a fijarnos en cosas que realmente valgan la pena aprender, adquirir para un función de interés sano, que produzca de cierta manera cambios positivos en nuestras vidas.
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Marzo 2022
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