El niño que corretea
al sabio hace pensar
por esa tierra negra
que surca todo azar.
Caminantes del arquetipo,
señores del super-yo
traednos vuestros motivos
y los argumentaremos con razón.
Busco el secreto del opus,
aquello hermético,
cajón secreto
que te ocultas en el olvido.
Algunos lo recuerdan,
otros ni se lo han planteado.
Yo solo sé
que a todos nos ha alguna vez tocado.
Ríos fértiles,
tierra seca,
cerca de nuestra huerta
caminos de plata y oro.
Y es que la piedra,
la mágica, me plantea
que todo ser tiene vida
más la común tierra
pasión puede que contenga.
Se mueve por sí sola,
pero inapreciablemente
y genera movimiento
a cenizas de estelas.
Los ríos de tierra negra
guardan secretos
vives y veraces,
tantos momentos,
que hace al alquimista preguntarse:
¿Porqué?
Y yo simplemente sé que
todo río tiene su final
y al mar de los pensamientos
al fin acudirán.
La razón no puede caer en el olvido
pues no sería preciso
que aquellos que quieren ser mortales,
en cuanto a utilidad, vanales,
merezcan vivir una vida
repleta de secretos, estigmas,
y en cuanto a dogmas
guardados en mentes azarosas
no les busquen porque,
pues una vida sin sed de conocer
es una vida llevada por el camino
de no ver el bien,
o al menos el común,
pues la estirpe de los humanos
merece que todos la construyamos,
que seamos productivos,
creadores de nuestros lares
y fundadores de hogares
y no simplemente pensares
que en los vicios te hallares
permanentemente,
pues sé solemnemente
que toda mente
tiene sus metáforas
profundas,
formadas por coacción de pensamientos
azarosas formas creadoras de los lamentos.
No sé si tengo razón,
solo me guío por mis hechos,
por mi razón.
Creo en el azar de los vientos
y en el fuego de los pensamientos,
mar de bramidos que piensa
en superar los tormentos.