Extraño todo,
ritmo azaroso
del quehacer.
Querría al pasado volver
que sin saber las sendas
no se temía a la contiendas,
solo se quería cosas coger.
Forjándome en actos,
reales pero aproximados
productos de mi pensar.
Siempre observaba,
sintetizaba lo obviado
que sin reconocerle agrado
veía todo pasar.
Me decían piensa, razona,
y no creían que toda cosa
era simplemente intuitiva.
Nos lo niegan
a pesar que en los sueños
son meros reniegos
de cosas que están por llegar.
Es sano fijarse
en el dibujo, abstraerse,
llenando así el corazón.
Si cada uno contemplase
en vez de siempre actuar
sabría lo que hace
aunque le hiciese sudar.
Pero no es así realmente
pues toda mente
está obligada a obrar.
Por bien o por mal
el tiempo lo decidirá
que en éste asombrar
pronto se reirá.