El hombre mundano
tanto quería dar
que con el tiempo y la vida
fue condenado a pensar.
Y en ese saber
forjado en ajena maldad
se hallaron aquellos suspiros
aquellas suposiciones
que deseaba que fueran verdad.
Y a su bola tuvo que ir
sin hacer tanta bondad
ni tampoco presumir
para así su supervivencia lograr.
LXXVII
Las horas largas se me hacían
cuando no hacía aquello que quería
así que me organicé
y no antepuse mi deber.
Pasé largo tiempo
conspirando con mis vicios,
entretenido con ellos
sin hacer caso a los juicios.
Y unos años así llevé
con tranquilidad
sin nada que hacer
más mis canciones desprestigiaronse.
Pero mis razones
un día cambiar
por ser dispar
a un canon normal.
Así que un día
las pilas me tuve que poner
porque si no me ahogaría
en mi casual deber.