Bienvenidos a mi rima,
juzgadora de la estima
en la que en la obra teneis,
de los ancestros tropeceis.
Si os fijais en la luna,
oscura pero profunda,
la verdad hallareis
el mismo reflejo del tres seis.
El fuego interno no se apaga
aunque se vaya la luz de la sala
y el anzuelo de oro se haga
mediante el uso de una sola ala.
La immundície es eterna,
sobretodo por quien la concierna,
y no por el loco en ojos ciegos
que con motivos le busca la quema.
Y allá se halla la bondad,
destino aguardado con paciencia,
rito de honestidad,
caminante de caminos espinados,
espesura que guarda la verdad.
XXVIII
El lenguaje del corazón es una ciencia,
la cual para estudiar requiere paciencia,
mucha honestidad y intuición,
para seguir lo que dice el corazón.
Alquimia le llaman algunos,
metáforas le llaman otros,
semiótica para los maestros,
recuerdos de nuestros ancestros
o pluma para los adeptos.
Y quien diría que un día
el mundo de paz tal vez llegaría
con la paciencia y el esfuerzo de muchos
a menos sombras que perseguir en nuestros dichos.
El amor no tiene fronteras,
pues los buscadores de éstas quimeras
usan su voluntad entera
para expandirse por estas tierras.
XXIX
Digo para muchos,
recuerdo para pocos,
ejemplo de la experiencia,
uso para la innocencia.
Sabor y variedad,
canciones de la edad,
valoradas su peso en oro,
todo para superar el ouroboro.
Reflexiones del azar,
reciprocidad de la absurdidad,
caminos del destino,
fraguas de la eternidad.
Que hacer con la quimera,
de anzuelo la primera,
manteniéndose en su eje,
como un uso de tercera.
Y en serio no la queréis valorizar,
vale más que el oro, la luz o la verdad,
caliente en su condensación,
caminos de nuestra sombra animal.