Me hallaba en un día de verano en la llanura. Estaba en una casa de colonias que yacía en medio de la nada, solamente rodeada de un bosque un mediterráneo con pinos y encinas. La casa de colonias se llamaba ''El Corral'', pues tenía una granja con ganado vario.
Fui con unos amigos del colegio a la casa de colonias para aprovechar bien el verano como la gente de mi edad solía hacer, más conocidos, más diversión. Ya no estábamos en el primer día, pues lo acorté para haceros más llevadera la cuestión que quiero relataros, así ahorro despedidas y demás.
Estábamos mis dos amigos del colegio, Tomás y Miguel debatiendo que jugaríamos esta mañana:
- ¿Oye, para esta mañana que os apetece hacer? -dije-.
- Podemos ir a jugar a fútbol, pues si os habeis fijado, tienen un campo de arena con dos porterías, podríamos jugar un partido con los demás del grupo -dijo Tomás refiriendose al grupo de niños de nuestra edad-.
- Ya lo creo, sería estupendo. -dijo Miguel-.
- Decidido. Pero sin embargo, mañana podríamos ir a construir cabañas en el bosque que hay. ¡Hay que ser creativos! -dije con émfasis-.
- Bueno, pero con decidir lo de hoy me vale. -dijo Tomás- Mañana ya decidiremos,
- En fin... - dije en voz baja-.
Llegamos que aún estaban esperando a un par de chicos más que habían ido al baño, pero ya estaban definiendo como jugaríamos. Las reglas serían las de fútbol sala, pues el campo era pequeño, como los de fútbol sala. Elegirían a dos capitanes para cada equipo, que serían los jugadores más buenos que había. Como no sabíamos quien sería, se disputó en base a los que jugaban en mejor equipo según las divisiones de las ligas territoriales. Llegaron los chicos que habían ido al lavabo y empezamos a discutir quienes serían los capitanes.
Llegamos a la conclusión que Lucas que jugaba en el Dianoia FC y Eusebio que jugaba en el Nous FC serían los capitanes, pues ellos eran los que mejor liga jugaban.
Después de ésto, se eligieron los equipos, y a mi, casualmente me tocó jugar en el equipo de mi colega Tomás. Y así empezamos el partido, unos 8 contra 8.
Se notaba la calidad de los jugadores de más alta división de liga, pero los demás que no éramos tan ''buenos'' también nos defendíamos bien, pues el fútbol, es un deporte de equipo, y un jugador solo no puede hacer el trabajo de todo un equipo.
Pasó el rato, y íbamos 3 a 1, mi equipo ganando, y decidimos tomar un descanso para ir a refrescarnos, pues hacía un calor insoportable y el sol pegaba desde lo más alto del cielo incansablemente.
- Ja, ja, ja, ja. Vamos ganándoles de dos goles. Difícilmente vamos a perder ahora que llevamos tan buen ritmo. -dijo un chico-.
- Quien sabe, aún queda mucha tarde por delante – dije -.
- Ya, pero mira como jugamos y dime. -respondió-.
- ¿Sabéis que ésto terminará en gol de oro? - dijo otro chico-.
- ¿Porqué? - dijo el primer chico-.
- Pues porque no sabemos hasta que hora vamos a poder jugar, y cuando llegue la hora de cenar nos avisarán los monitores y nos dirán que terminemos de jugar, y entonces tendremos que terminar en gol de oro o directamente terminar, sin más.
- Tienes razón -dijo el primer chico-.
- ¿Qué buscas, el Santo Grial?
- Es el devorador de tesoros -dijo otro chico-.
- Tal vez encuentre un diamante y todo.
- ¿Y si encuentra el anillo único?
El partido duró un buen rato más, sin más pausas. Y entonces nos llamaron a comer.
Había albóndigas con patatas estofadas, uno de los platos que más me gustaba. La hora de comer fue corta, pero lo suficientemente larga para que se burlaran del chico repetidamente, sin pausa, hasta que el monitor nos dijo que ya bastaba, que lo dejáramos tranquilo. Yo no estaba haciendo comentarios, pero me reía del chico como los demás.
Por la tarde fuimos a construir cabañas al bosque con los monitores, y las mofas continuaron. Parecía que no había suficiente. Hasta que el chico se fue llorando a los monitores y les comentó la situación, que no parábamos de burlarnos de él sin pausa para respirar, y los monitores nos hicieron sentarnos en pequeño comité a todos los que éramos para hablarnos sobre el tema.
- No debéis meteros con el chico, cualquiera puede tener rutinas que no agraden a los demás, y no por ello las debéis menospreciar. Entiendo que os haga reír, pero no es digno, podríais ser vosotros de los que se os burlan. Entonces, respetad las tradiciones mientras no sean injustas o toxicas para vosotros, las vanalidades no os incumben.