La moralidad, es decir, el juicio de un acto mediante la balanza de dicho entre el bien y el mal es clave para entender el concepto de piedad, pues la propia piedad es una creación de la moral, como muchos otos actos aplicados desde una perspectiva, como pueden ser la inteligencia, el ingenio o la astucia. La piedad en sí, podemos decir que se trata de un medidor de tolerancia de un elemento por su vida. Lo podemos apreciar en las pasadas guerras santas (cruzadas o jihads), donde se defendía que lo único que se podía tolerar eran las personas del credo correcto (a su parecer). También podemos apreciar el ejemplo del uso de la piedad en las purgas étnicas, donde no tenían piedad de la ''raza'' afectada, como es el caso de los nazis con los judíos y los discapacitados durante la segunda guerra mundial.
Por otra banda, la piedad ha sido la madre de todas las leyes y derechos, pues defiende la dignidad y los derechos fundamentales para la vida de una persona o elemento vivo. También es la madre de otro elemento, el honor, pues ambas valoran la pureza de un acto, pero la piedad mide si el acto merece la vida mientras que el honor mide el privilegio del acto en base a su calidad.
La piedad es algo de pié de calle, se puede apreciar fácilmente, pues lo podemos ver cuando una persona tiene vulnerabilidad y la otra tiene la potestad de decidir sobre algo que afectará directamente a la persona vulnerable. Mientras haya piedad, habrá esperanza para los vulnerables. Suena a mentalidad de rebaño, pero es así, pues la piedad mide el bien de una acción en base al bien común.