Éstos focos de adaptación los hacemos consciente o inconscientemente, pero en todo momento los hacemos, pues, nuestra persona no puede estar ningún momento sin adaptarse al entorno mientras esté despierta aunque descanse o no haga nada de particular interés, pues, todo signo de actividad tiene un propósito, no hay acción sin motivo detrás, sea gracia, amor entre muchos otros. Los humanos, intuitivamente luchamos para conseguir nuestros propósitos, sea mediante la forjación de un carácter o personalidad o mediante los objetivos en plano físico.
Los humanos, al igual que los demás seres vivos, tenemos que adaptarnos al medio en el que vivimos, entonces, tenemos que adaptarnos a sus características mediante la intuición y por ello tenemos que dividir ésta gran contienda en pequeños aspectos en los que adaptarnos. Estos pequeños aspectos son en gran medida la mano invisible que nos hace ver el mundo tal y como lo conocemos, entonces, nosotros, tenemos que adaptarnos a ellos, de más pequeño a más grande. La edad del conocimiento es, en cierta medida, la lucha por la supervivencia del más hábil, entonces, mediante los focos de adaptación, ganamos habilidad en cierta área específica.