El tiempo siempre ha sido algo que se aprecia, normalmente en cuanto a atención se refiere, tomar tiempo con alguien, recompensar por algo o simplemente dar apoyo moral. En la naturaleza el tiempo también es tópico de reflexión y se mide con las estaciones y el ciclo día y noche, y se hace mediante el reloj biológico. El reloj biológico es algo que todos tenemos sin lugar a dudas, y normalmente está estrechamente relacionado con las rutinas. Cuando tenemos unas pautas diarias propias, nuestro cuerpo y nuestra mente nos generan la idea de hacer aquello a lo que estamos acostumbrados a hacer en esa situación, la cual hemos repetido anteriormente en días anteriores.
El tiempo ha sido siempre para los prácticos un recurso muy preciado, y en esto englobo a todas las personas, pues, toda persona es en su justa medida práctica pues vive en la realidad y por ello conlleva a la praxis.
El tiempo nos hace hacernos más eficientes, más practicos mediante el entrenamiento y la experiencia. Estos dos elementos son indispensables para ser efectivos en nuestras tareas pues, todo humano tiene gustos y aficiones y, mediante el estos dos elementos, se hace mas productivo.
Como ya he dicho, el valor del tiempo no es calculable pero si estimable, especulable. La especulación requiere de estudio o de valor.
Nuestro valor del tiempo requiere de estimar cuanto sufrimiento en verso a cuanta felicidad, o al menos de cuantas posibilidades tendremos al alcance a la hora de haber empleado el tiempo en aquello que nos está importando en ese preciso instante. Por ejemplo, por el momento yo escribo mal, pero con la práctica podré escribir mejor o, por ejemplo, estoy trabajando y no me gusta mi trabajo, pero al menos cobro y podré hacer cosas con mi dinero, a decir felicidad. El valor del tiempo nos hace preocuparnos por aquello que nos merece la pena en cuanto a futuro se refiere.