Ocurre que muchas veces, al hacer las cosas, cada quien tiene una metodología propia, y, por lo visto, hay algunas que son mejores a otras. Muchas veces ocurre que en el pasotismo, haces las cosas rápido y mal, y esto lo odio, prefiero el tardar un poco más de lo normal y hacerlas perfectas en la medida de lo posible y viable. Hay veces que discrepo entre maneras y maneras, y cuando tengo un planteamiento mejor para la situación en cuestión, suelo proponer la posible solución como crítica constructiva, diciendo en qué falla su método y en que lo podría mejorar el mío, obviamente con ciertos fundamentos prácticos para probar que mi método funciona. Ocurre que muchas veces por el hecho de tener la razón y no querer que se nos lleve la contraria a lo que es mejor se caiga en profundos sentimentalismos para querer tener la razón aunque no en evidencias. Esto sería profundamente tóxico pues no se querría mejorar el método más si tener la razón. Es absurdo.
Otras veces, debido a la necesidad emocional de tener la razón, puedes creer que tienes la estricta razón, pero, si crees saber cocinar y haces un debate con un cocinero del Bulli, no hace falta que quieras tener la razón si no poner puntos en común y aprender ambos juntos una posible mejoría aunque seguramente no sepas casi nada de cocina como el que lo es profesionalmente.
Hay que aprender o al menos tener ganas de hacerlo para seguir auto-perfeccionandonos, no cerrarnos de banda y querer tener la estricta razón porque, con malas lenguas, me pesan más los huevos que tu.